Lo que la vida me enseñó en el 2024
Te comparto las lecciones más transformadoras que aprendí este año
Estos días he estado reflexiva, pensando en todo lo que viví este último año– en todo lo que aprendí. Quise escribirlo en un intento de asegurarme de no olvidar estas lecciones tan valiosas que tanto me costó entender, pero sobre todo quiero compartirlas por si te ahorran algo de sufrimiento a ti.
Creo que la vida es la mejor maestra y que hay cosas que no se aprenden por completo en cabeza ajena. Pero creo también en el poder de empezar a familiarizarnos con estas ideas que nos resuenan, para que no nos sintamos tan perdidos cuando nos toque vivir esas experiencias retadoras. Para sentir alivio al pensar que alguien más ha recorrido el mismo camino, que ha logrado atravesarlo y que gracias a eso es más sabio, más compasivo, más libre.
Estoy grabando un episodio de mi podcast donde profundizo más en cada una de ellas (cuando esté listo agrego la liga del episodio en esta carta). Por lo pronto, te las comparto por aquí:
Sé honesta contigo misma, sólo desde esa honestidad podrás crear la vida con la que sueñas.
Esto aplica para relaciones, para lo laboral… en general, para decisiones de vida. Se requiere de mucha valentía para decirnos la verdad. Porque a veces hacerlo se puede sentir como traicionar a versiones pasadas de nosotras mismas. Recuerda que la lealtad se la debes a tu versión actual, a la persona que eres hoy. Eso y que te mereces la verdad. Permítete cambiar de opinión, es necesario para evolucionar. Pregúntate constantemente: ¿qué quiero ahora? ¿qué necesito? ¿que tengo que hacer para tenerlo? Pregúntatelo cuantas veces sean necesarias y permanece atenta a las respuestas.
No te traiciones a ti misma; jamás vale la pena.
En esta cultura que aplaude el sacrificio y que ha criado tantas personas complacientes y desconectadas de lo que quieren (people-pleasers) puede ser muy difícil poner nuestras necesidades primero. Puede ser muy fácil traicionarnos con tal de complacer a alguien más; hacernos chiquitas para no incomodar. Cuidado con lo que decimos hacer en nombre del amor. Hay que ser claros con nuestras verdaderas intenciones. Si eres brutalmente honesta contigo misma (como establecimos en el punto anterior) probablemente te des cuenta de que en verdad no te estás quedando en esa relación por amor, ni por la otra persona. Tal vez descubras que te estás quedando porque te da miedo irte, porque piensas que no encontrarás nada mejor para ti, que no existe o que no lo mereces, o por algún otro miedo o inseguridad. Recuerda que no es amor si no te incluyes a ti misma en la definición.
La vida compensa a las almas valientes.
Persigue ese instinto que te dice que hay algo más allá afuera para ti, porque lo hay. Los sueños sólo llegan para quienes se atreven a ir detrás de ellos.
Me admiro –y me agradezco– por todas las veces que hice algo difícil con todo y miedo. Por esas veces que lo hice aunque no tenía idea de lo que estaba haciendo, pero intuía que hacerlo me acercaría a donde quiero estar. Y así fue.
Intento recordar esto cada vez que se me presenta una situación nueva para crecer. Cuando estoy ahí me repito: “sólo te arrepentirás de no hacerlo” y cuento hasta tres.
Sé la persona que necesitas.
Concentra tu energía en ser la amiga que necesitas, la pareja que necesitas, la hermana que necesitas. Pregúntate: ¿cómo se sienten los demás al interactuar contigo? ¿qué energía sueles aportar? Para mí sanar siempre se ha tratado de ser un lugar seguro, para mí y para los demás. Además, desde ahí es que podrás atraer a las personas que ofrezcan eso mismo que quieres, que tú ya ofreces.
Goal: to be a comforting presence to people.
Entender y justificar no son lo mismo.
Si eres una persona empatiza probablemente se te dificulte diferenciar estos dos conceptos, a mi me costó mucho tiempo de verdad entenderlo. Cada vez que alguien actúa de manera que daña al otro me pongo a pensar en 17 razones distintas que podrían explicar su comportamiento, en un intento de entenderlo. Esta capacidad me ha ayudado a humanizar a personas que quiero que han cometido errores (incluyéndome a mí), lo cual es muy noble y tiene su lugar y sus momentos. Pero ten cuidado, no dejes que tu empatía te lleve de encuentro. El que puedas entender porqué alguien actúa como actúa no significa que tengas que seguir permitiéndolo. Si una persona en tu vida de alguna forma te lastima cuídate a ti misma, aprende a poner los límites que necesites, a cambiar tu manera de relacionarte con ella o a dejar de hacerlo si es necesario. Podemos entender hasta el peor de los actos, pero no justificarlos.
Cultiva tu relación contigo misma.
Soy fiel creyente de que las relaciones con las personas en nuestra vida son lo más importante que tenemos: son la fuente principal de salud mental, de bienestar, de significado. Y tú formas el 50% de cada una de estas relaciones, lo cual te convierte por default en la persona más importante en tu vida. Tú eres el factor común, sólo desde ti puedes crear relaciones profundas y significativas. No puedes dar a otros –de verdad– lo que no tienes. Y sólo tú puedes darte lo que necesitas (los demás ayudan pero la verdadera cura la tienes tú). Entonces, si te sientes perdida, si no te gustan tus relaciones, conócete a ti misma. Descubre cómo eres, qué te gusta, qué necesitas. Nada es más satisfactorio que aprender a disfrutar de tu propia compañía. Además, entre más te conozcas, más fiel podrás serte a ti misma y no hay nada más magnético que una persona que sabe quien es y se atreve a serlo.
Pide sin disculparte.
Saber lo que quieres y pedirlo– una de mis formas favoritas de reclamar nuestro poder. La sociedad nos programó a muchos de nosotros (sobre todo a las mujeres) para complacer y para no incomodar (como decía en el segundo punto). Esta cultura nos roba de nuestra autonomía y de nuestra autoestima y nos dificulta relacionarnos de manera sana con personas sanas. Sí, hay personas que se benefician de nuestra falta de voz y de decisión. Pero las personas sanas no buscan a alguien confundido que deja sus necesidades al último. No hay nada más atractivo que alguien que sabe lo que quiere y sabe pedirlo. Lo que necesitas importa y no tienes que gastar tu energía en convencer a los demás de que es importante. Con las personas correctas, no necesitas explicar, no necesitas rogar– sólo necesitas decir lo que es importante para ti. Deja de desgastarte pidiendo cosas a alguien que no puede o no quiere dártelas y concéntrate en deconstruir esas people-pleasing tendencies que te están robando tu poder.
Habla de tus sueños.
Decir tus sueños en alto es una manera mucho mas rápida de conseguir lo que necesitas para cumplirlos. Te sorprendería ver cómo se alinea todo cuando empiezas a hablar de lo que quieres y de los obstáculos que te lo impiden. Nunca saber con quién estás hablando y cómo puede ayudarte– la gente quiere ayudarte. Te recomiendo muchísimo que veas este video, es una de las mejores maneras de pasar tus próximos 20 minutos, créeme. Ahí, Barbara Sher explica este concepto a profundidad, es super divertida y te da una dosis de inspiración enooormeeee.
Muchas veces dejar ir es lo que te va a acercar más a ti.
Dejar ir lo que no se siente alineado te va a acercar a la vida con la que sueñas, a las relaciones que quieres, a las oportunidades laborales que deseas. Soltar es muy difícil pero cuando es necesario paga taaaan bien. Si no tienes idea de cómo hacerlo te doy una guía práctica en este podcast. Aléjate de todo lo que te aleje de ti. Deja ir lo que no se sienta alineado para hacer espacio para lo que sí. Suelta y ve cómo llega a tu vida lo que siempre has querido.
En retrospectiva, agradezco las experiencias difíciles porque me permitieron convertirme en la persona que soy hoy. Y me siento afortunada de decir que cada vez me caigo mejor jaja, y eso es porque cada vez me siento más yo. Aunque creo que poco ha tenido que ver con suerte y más bien ha sido el resultado de elecciones conscientes: de elegir ser valiente. También agradezco las experiencias difíciles porque me han dado la seguridad de que sabré atravesar lo que la vida me ponga en frente. Y quiero hacerlo con los ojos bien abiertos para nunca perderme de los regalos tan valiosos que tienen esas experiencias. Te regalo las sabias palabras de Cristina Cortés en su libro Más que mil palabras:
Para los mayas la vida tiene tres dimensiones: el cielo, la tierra y el inframundo. Estas tres dimensiones están representadas por la enorme figura del hocico de un jaguar; ahí en esa gran boca hay una puerta que representa la entrada al inframundo. El inframundo para los mayas representa los momentos o experiencias dolorosos, retadores o difíciles de la vida, que requieren de nuestra fortaleza interior. Lo que más me llamó la atención de la figura era que había unos duendecillos que detenían los párpados del jaguar, así que le pregunté al guía qué representaban. Me explicó: “Al entrar por esa puerta les pedimos a los dioses que nos ayuden a no cerrar los ojos mientras estemos en el inframundo, para así poder ver las lecciones y los regalos que esa experiencia trae para nosotros”.
Te deseo que puedas mantener los ojos abiertos y que cada vez te sepas más fuerte, más sabia, más tú.
Para cerrar, quisiera dejarte estas preguntas: ¿Qué te enseñó la vida este año? ¿Qué aprendiste de ti misma? ¿De tus relaciones? ¿De los momentos que pensaste que no podrías superar y de tu manera de afrontarlos? Quizá no te hayas dado la oportunidad de integrar estos aprendizajes. Date el tiempo de verbalizarlos o de anotarlos para poder agradecerlos y honrarlos.
Tal vez algunas lecciones fueron difíciles de aceptar, tal vez aún hay cosas que no entiendes del todo. Eso está bien. Confía en que la vida tiene una forma misteriosa de mostrarnos sus lecciones, siempre en el momento justo. Y que lo importante es que, al mirar atrás, puedas reconocer cómo cada paso, por pequeño o doloroso que haya sido, te enseñó algo de ti, de la vida– de tu manera de vivirla. Y al hacerlo te regala una oportunidad para seguir creciendo y acercándote cada vez más a tu verdadera esencia. Porque al final, el verdadero regalo de cada año no es solo lo que logramos, sino quiénes nos convertimos en el camino.
Te deseo un cierre de año compasivo y consciente y que reflexionar sobre el año pasado e integrarlo te inspire a mirar hacia el próximo con los ojos abiertos, dispuesta a seguir aprendiendo y a seguir creciendo.
Me encantaría saber qué te enseñó la vida este año y cómo te sientes cerrándolo. ¡Te leo!
¡¡Y feliz año nuevo!!
Un abrazo,
Isabel