A veces me inunda esta sensación de que debería de estar en otro lado. “Debería”. “Otro lado”. ¿Según quién? ¿Y dónde es ese lado en el que pienso que estaría mejor?— preguntas que no sé responder. Aunque creo que la principal pregunta es: ¿por qué estoy insatisfecha con donde estoy hoy?
Ya he hablado antes de sentirme en una crisis existencial. Tuve la más fuerte que he tenido justo después de graduarme. Y últimamente, al vivir nuevos cambios, la estoy reviviendo en cierta medida. Me gusta pensar que esas crisis son el resultado de hacernos grandes preguntas como a qué nos queremos dedicar, cómo queremos pasar nuestros días, o cómo queremos diseñar nuestra vida. Creo que tener estas crisis es buena señal porque nos indica que nos estamos cuestionando lo que de verdad importa.
Aunque el problema viene cuando las preguntas se sienten demasiado grandes y dejan un vacío que no sabes bien cómo llenar. Varias veces me he encontrado diciendo que estoy en un limbo, porque así es como me siento. Me siento como en medio de dos etapas que ni siquiera sé definir dónde empiezan o terminan. Entonces, por curiosidad, busqué qué significa exactamente la palabra limbo y encontré esta definición: un periodo incierto de espera de una decisión o resolución.
Esta definición me hizo pensar en dos cosas. Primero, que esta ansiedad, frustración y confusión vienen de estar en constante espera, de sentirnos como a la deriva, de sentirnos dependientes de lo que pase allá afuera. Creo que la ansiedad surge cuando olvidamos que nosotros tenemos el poder sobre nuestras circunstancias. Vivimos con esa ansiedad porque creemos que necesitamos que nuestras circunstancias externas cambien para que entonces podamos sentirnos satisfechos. Si vivimos esperando orden en lo externo— a que suceda algo diferente, a que se acomode todo perfectamente— entonces estamos cediendo nuestro poder. Nuestro poder de elegir habitar el momento que sí tenemos, de apreciarlo por lo que es, de agradecer y de disfrutarlo. (Disclaimer: está de mas decir que hay momentos que no se supone que disfrutemos).
Hay otra cosa que pasa cuando estamos en constante espera y eso es que se nos olvida habitar el momento presente por estar habitando uno que todavía no existe y que no sabemos si existirá. Nos perdemos de lo que tenemos por algo que no sabemos si llegará y lo irónico es que si sí llega tampoco lo apreciaremos porque para entonces ya nos habremos inventado otro futuro imaginario que habitar.
Por eso me fascinan las enseñanzas de los budistas, porque en mi propia vida he visto que cuando más feliz y plena me encuentro es cuando estoy totalmente inmersa en lo que estoy viviendo en ese momento. Cuando estoy acostada en el pasto viendo las hojas de un árbol bailar, cuando estoy en pleno ataque de risa con una buena amiga, cuando voy manejando con las ventanas abajo cantando mi música favorita o cuando estoy platicando con una persona que quiero y en medio de la conversación de pronto recuerdo la suerte que es tenernos. O sea, cuando sea que me detengo a apreciar lo que tengo en ese momento. Y cuando eso pasa, se vuelve inevitable no desbordarme de gratitud y de esa plenitud que viene con saber que estoy exactamente donde tengo que estar.
Ponemos tanta de nuestra energía intentando transformar el momento que tenemos en otro diferente, en pasar rápidamente a lo siguiente, lo cual nos impide disfrutar de donde sí estamos. Hay un dicho budista que dice algo así:
Spring does not become the summer. There is spring and there is summer. Firewood does not turn into ashes. There is firewood and then there’s ashes. The two stages being as it were, sufficient by themselves. If we are thinking about ash when looking at firewood, or thinking about firewood when looking at ash, we aren't really experiencing the present, we are experiencing our ideas of past and future. If we are not lost in ideas of past and future, then when we look at firewood, we only see firewood, and when we look at ash, we only see ash.
Creo que la clave para disfrutar del momento presente es la gratitud. Justo hace unos días una amiga me compartió una publicación en Instagram que explicaba cómo la nostalgia es gratitud en el pasado. Decía:
“Gratitude is recognizing a gift while it’s there. Nostalgia is recognizing a gift when it’s gone. Nostalgia is the ghost of gratitude.”
Si reconocemos que lo que sea que estamos viviendo —ese trabajo, esa ciudad, ese vínculo, ese momento— no lo volveremos a tener exactamente de esa misma manera, porque como todo, cambiará, evolucionará o se irá. Entonces podremos haber hackeado la nostalgia al apreciar y agradecer lo que tenemos mientras lo tenemos.
Esta publicación planteaba que la manera más fácil de conectar con la gratitud es al hacernos la pregunta: “¿qué extrañaré en un futuro de lo que estoy viviendo ahora?” Tal vez sea la lasaña de tu mamá o llegar a tu cuarto y encontrarlo todo desparramado porque tu hermana lo está arreglando. Quizás sea sentarte en clase a lado de tus mejores amigos o algo tan simple como el camino de tu casa al trabajo.
Y sabes que estás en gratitud cuando te encuentras a ti mismo sonriendo o con una sensación cálida en el pecho. Estas son señales de que estás conectado con lo que está pasando justo en ese momento. La manera más fácil de conectar con el presente es a través de tus cinco sentidos. Al pausar y hacer consciencia de lo que estás viendo, escuchando, oliendo, tocando… De manera que sin importar qué estés experimentando, ahí esta la felicidad. Llamando tu atención de maneras sutiles. Esperando a que la vuelvas a notar.
Volviendo a la crisis existencial, esto no significa que tengas que olvidarte de tus planes y sueños y todo lo que tenga que ver con estar donde quieres estar en un futuro. Es más, yo te diría que si sientes que puedes estar en un lugar mejor, probablemente tengas razón. Entonces hazle caso a tu intuición. Creo que si tienes esa cosquillita es porque tu intuición te está invitando a salir de lo conocido, a explorar nuevas posibilidades. Pero creo que si maldices el escalón en el que estás parado hoy, se hace muy complicado el camino. Y creo que el punto del camino es disfrutarlo. Creo que se trata de balancearlo.
Tal vez se trate de hacer del camino un mindful walk. Esto es algo que me encanta hacer en la naturaleza. Se trata de quitarte los zapatos y caminar descalzo sobre el pasto. Volteando a ver a tus pies. Intentando llevar toda tu atención a cada paso que das, a la sensación del pasto que vas pisando, a las florecitas que vas esquivando, al olor a tierra, a la sensación del aire fresco… Supongo que quiero hacer un mindful walk de mi vida. Quiero practicar estar presente donde estoy hoy para disfrutar los regalos que vienen con ello. Quiero poder vivir en plenitud y gratitud con lo que tengo hoy para que después no haga falta extrañarlo.
Hace unas semanas me topé con una frase de Rainer Maria Rilke que leí hace tiempo en uno de mis libros favoritos: Letters to a Young Poet. Te lo recomiendo mucho si te identificas con sentirte algo perdido en la vida. El libro es un intercambio de cartas entre un joven (Franz Xaver Kappus) y el gran poeta Rilke. Franz le cuenta sobre sus preocupaciones y dudas existenciales y Rilke le contesta desde su experiencia, con la simplicidad y ligereza que sólo tienen los más sabios. Si lo lees, te recomiendo que leas la versión que incluye las cartas de Franz porque también son bellísimas y al final puede que sean con las que más te identificas. A mí me encantaba leerlas en orden: primero las preguntas de Franz y luego las respuestas de Rilke. Y me fascinó la traducción de Damion Searls, por si quieres leerlo en inglés. Aquí te dejo la frase:
“Be patient toward all that is unsolved in your heart and try to love the questions themselves, like locked rooms and like books that are now written in a very foreign tongue. Do not now seek the answers, which cannot be given to you because you would not be able to live them. And the point is, to live everything. Live the questions now. Perhaps you will then gradually, without noticing it, live along some distant day into the answer.”
―Rainer Maria Rilke
En fin, reencontrarme con justo esta frase en medio de este “limbo” se sintió como un guiño del universo. Como si la vida me dijera: “Está bien, no tienes que tener todas las respuestas. Se trata de vivir siempre en la pregunta. Disfruta el camino.”
Entonces supongo que estoy intentando habitar las preguntas porque entiendo que aunque vaya encontrando algunas respuestas, surgirán nuevas preguntas. De manera que nunca voy a tener todo resuelto. Y creo que de eso se trata la experiencia humana, de ir preguntando, cuestionando, descubriendo. Y especialmente de poder disfrutar del camino, aunque no sepas exactamente a dónde vas ni cuando llegarás.
Y si tienes alguna idea de hacia dónde vas, espero que termines en un lugar todavía mejor de lo que puedes imaginar. Pero sobre todo espero que cuando llegues puedas mirar hacia atrás y en vez de sentir nostalgia por lo que algún día fue, que se te desborde el corazón de gratitud porque supiste apreciar el camino mientras lo ibas caminando. Con todo y la incertidumbre, con todo y la confusión y aparente falta de rumbo. Con todo y la sensación de que “deberías” de estar en otro lado, aunque en el fondo sepas que estás justo donde tienes que estar. Y eso es en el momento presente. Y en las preguntas. Siempre en las preguntas.
Hasta la próximaaa!!
- Isabel
Hola Isabel! Mil gracias por este escrito, ojalá Substack permitiera subrayar los artículos para marcar y enmarcar algunas de estas frases. 💌
Me sentí acompañada con lo que dijiste y de eso se trata esto, te agradezco tu sentir pero sobre todo que hayas compartido esto que nos identifica a muchos 💖